Un ensayo imprescindible para entender el Chile de hoy y construir el Chile del mañana. Hace algunos años hubiese resultado totalmente inverosímil la sucesión de eventos que han sacudido a Chile en la última década y media: desde la larga saga Bachelet-Piñera, hasta el “estallido”; desde el inicio del proceso constituyente a la victoria de Boric; desde las ilusiones que generó elaborar democráticamente una nueva Constitución, hasta el apabullante triunfo del Rechazo al documento elaborado por los elegidos para ello; en fin, desde la irrupción de la “boricmanía”, hasta los ajustes que ha debido realizar el gobierno para asumir las actuales demandas ciudadanas y detener el deterioro de su adhesión, sin dejar de lado, por cierto, la polvareda producida por el “affaire indultos”. Este comportamiento pendular de la sociedad chilena, que nos tiene sin encontrar un momento de sosiego y sin conceder a nadie una confianza duradera, Eugenio Tironi lo explica basándose en la idea de la impaciencia, esa intranquilidad permanente que surge en el mundo globalizado luego de la caída de las grandes ideologías, la declinación de la religión, el desplome del sueño meritocrático, la crisis climática y el impacto de las redes sociales. En tiempos de repensar nuestras instituciones y nuestro convivir democrático, esta radiografía crítica resulta extremadamente iluminadora: con ella se busca descorrer la cortina que hemos levantado frente a la incómoda realidad, para así mirar de frente los sucesos del último tiempo, con el fin de sacar lecciones que ojalá permitan no repetir los mismos errores y sentar las bases para el futuro. Este libro busca ser un acto de rebeldía frente a esa actitud que, con el pretexto de avanzar, prefiere negar el pasado en lugar de procesarlo; o que se apresura a quemar ilusiones y figuras que solo hasta ayer eran objeto de adoración.
OJOS Y MANOS DEL JESUITA DIEGO DE ROSALES, LOS
Los ojos, se convierten en la mirada del misionero, el que vio, el que recorrió, el que intentó comprender, el que se equivocó. Es la perspectiva del jesuita evangelizador que enfrentaba una batalla global entre Dios y el diablo, son sus anteojeras para entender los procesos de cristianización entre los indígenas de la frontera meridional del virreinato peruano, de comprender el bien y el mal, los ojos del protoetnógrafo que comparaba las ritualidades indígenas con sus propias formas de conocimiento (religiosas, clásicas, históricas), pero también los ojos que consideraba que muchas veces era “justo” hacer la “guerra justa” a los “bárbaros” sin “policía”. Son los ojos del educador y del administrador, pero también del polémico y, quizás, del ávido de poder. Son los ojos del que quiso regresar a Europa como procurador pero que muere lejos de su familia y de su tierra, pero cercano a su nueva realidad.
Aquí también están sus manos. Las manos del que escribió, del que las movió en los bosques australes para indicar alguna cruz y bautizar, del que gesticuló en algunas reuniones en los colegios o bien para reprender a alguien; aquellas que intentaron aprehender la realidad a través de la palabra escrita filtrada por su perspectiva de testigo. En cierto sentido, al ser testigo de las cosas que escribía, sus ojos se convierten también en escritura. Se puede decir, entonces, que el saber histórico de Rosales se engloba en el ver y en el escribir. Él se posiciona como “testigo” en la Historia General del Reino de Chile, Flandes indiano (1674), como observador y misionero, pero al mismo tiempo se emplaza como autor con una gran ambición estética y narrativa. Finalmente, es la metáfora de su verdad, de su medida del mundo. Autor: GAUNE, RAFAEL