Si reúno estos ensayos en un mismo volumen es porque advierto numerosos puntos de contacto entre ellos, los que de una u otra manera dicen relación con la estructura y tendencias de la cultura contemporánea, especialmente en su transculturación hacia nuestra sección del planeta, así como con mis propias parcialidades de sujeto pensante. En el fondo de mis disquisiciones se asienta una crítica que yo aspiro a que sea ecuánime de la modernidad, a la que entiendo inmensamente cuestionable en su magnitud instrumental si bien no en la emancipadora. Concuerdo en efecto en que la cultura moderna de Occidente debe ser puesta en el banquillo de los acusados a causa de sus muchas aberraciones, desde una economía capitalista que hoy tiene a más de mil millones de personas viviendo en la miseria, por debajo del nivel de la pobreza extrema, es decir con menos de un dólar y noventa centavos al día, según el absurdo criterio estadístico que para reconocer que alguien es pobre emplea el Banco Mundial, hasta su haber promovido y seguir promoviendo las guerras más horrendas que ha conocido la historia del ser humano sobre la tierra.
RECONOCIMIENTO Y DERECHO
La filosofía política y social de la modernidad es, básicamente, una teoría individualista, porque concibe a la “sociedad” como mero agregado de agentes individuales; porque deriva, de modo consecuente, la autoridad de las instituciones de la autorización, expresa o tácita, que los individuos sometidos a esa misma autoridad podrían haberle conferido inicialmente; y porque concibe que la última justificación de cualquier restricción a la libertad individual debe hallarse en la protección de esa misma libertad. Las “teorías del reconocimiento” pretenden hacerse cargo del hecho de que la individualidad, en el sentido enfático que esta expresión tiene en la filosofía social de la modernidad, es un logro histórico, ofreciendo una teoría filosófica -esto es, normativa, aunque con sólidas bases empíricas- de lo que podríamos llamar una intersubjetividad “originaria”: aquella que es expresada en una relación de reconocimiento recíproco entre individuos, a partir de la cual se generan compromisos y obligaciones que posibilitan cursos de acción para cada uno que serían imposibles sin ella. La propuesta de los trabajos que componen este volumen es ofrecer una justificación intersubjetiva tanto de las categorías jurídicas como de las instituciones en las que esas categorías se encarnan . Así, conceptos jurídicos fundamentales como “autoridad”, “libertad de expresión”, “derechos sociales”, “derecho de propiedad”, “impuestos”, “identidad”, argumentación, “consentimiento”, y los presupuestos filosóficos que los informan, pueden ser reconstruidos de un modo más transparente en términos de una teoría del reconocimiento, resolviendo conflictos normativos que el fundamento puramente individual no puede. Autor: FONDO EDITORIAL JUVENAL HERNANDEZ JAQUE