El presente volumen busca multiplicar los canales de comunicación Sur-Sur a fin de pensar comparativamente nuestras experiencias con tradiciones que, aunque vecinas como es el caso del pensamiento de Roberto Schwarz, no ha sido suficientemente utilizada como instrumento de análisis en el mundo hispanoparlante debido principalmente razones idiomáticas y a que los referentes críticos suelen ser buscados en otras latitudes-como el pensamiento crítico europeo y estadounidense
QUE SE PUDRAN. EL PARALAJE DE ANTIGONA
$20,000Probablemente no haya ningún texto clásico que haya inspirado más interpretaciones, atención crítica y respuestas creativas que la Antígona de Sófocles. ¿Por qué siguen surgiendo todas estas lecturas y reescrituras? ¿A qué tipo de contradicción -siempre contemporánea- responde la necesidad, la urgencia de releer y reimaginar a Antígona en todo tipo de contextos y lenguajes? Que se pudran. El paralaje de Antígona, de Alenka Zupancic, da vueltas sobre esta pregunta: ¿Qué tiene la figura de Antígona que sigue obsesionándonos? Como puntos de anclaje claves de esta interrogación general, tres “obsesiones” particulares han impulsado el pensamiento y la escritura de la autora sobre Antígona. La primera es la cuestión de la violencia. La violencia en Antígona es lo contrario de “gráfica”, tal y como la conocemos en las películas y los medios de comunicación; más bien es aguda y punzante, va directa al hueso. Es la violencia del lenguaje, la violencia de los principios, la violencia del deseo, la violencia de la subjetividad. También está la cuestión de los ritos funerarios y su papel a la hora de apaciguar la “no-muerte” específica que parece ser la otra cara de la vida humana, su trasfondo irreductible que la muerte por sí sola no puede acabar y poner fin. Esta cuestión lleva a Zupancic a examinar la relación entre lenguaje, sexuali-dad, muerte y “segunda muerte”. La tercera cuestión, que constituye el punto central del libro, es la afirmación de Antígona de que si fueran sus hijos o su marido los que yacen insepultos ahí fuera, los dejaría pudrirse y no se encargaría de desafiar el decreto del Estado.